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SEBASTIAN VELA

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miércoles, 24 de julio de 2013

PROMETHEUS de Ridley Scott - Análisis


Jamás entenderé porqué algunas películas se llevan miles de laureles que cuando las ves te preguntas que tienen de especial por encima de las demás...y otras se llevan tantas hostias que hasta te planteas el no perder tu dinero en su entrada o en su compra (DVD, Blu-Ray etc.)...pero luego las ves, y te preguntas si es que eres un alienígena por parecer ser de los pocos en disfrutar el espectáculo y, lo que es más, la complejidad de su trasfondo, en el cual n se perciben respuestas, sino preguntas y metas estimulantes. Pues si soy un alienígena por haber disfrutado a mas no poder de Prometheus, que así sea, pues la propuesta va de eso: de alienígenas.

Creo que, a estas alturas, presentar "Alien, el octavo pasajero" a sus mercedes, es del todo inútil. Creo que la mayoría de las personas que fueron a ver "Prometheus" se esperaban algo más convencional y más cercano al universo descrito por el mismo cineasta, tres décadas atrás...y el caso es que se trata de una de las mejores propuestas que he visto en la corta historia de las precuelas.

La trampa de las precuelas (películas realizadas a posteriori de una obra, pero cuya historia se desarrolla antes cronológicamente) es que generalmente quieren parecerse a la obra original para ser asociadas visualmente a su modelo (película previa que generalmente tuvo mucho éxito) y así atraer en masa al público sobre la idea de revivir las emociones de la película que tanto gustó...pero siendo técnicamente mejor que su antecesora para generar expectación en aquellos que no conocen la original y no irán al cine a ver una película, cuyos efectos visuales saben a desfasado.. 

Es a mi parecer, un tremendo error a largo plazo: No hay decepción rotunda pero pocas probabilidades de disfrutar del todo si es para volver a ver un universo que ya conocemos (por lo que nada nos decepcionará pero tampoco nos impresionará). Fácil de digerir, fácil de olvidar.
Y es que se tiende, últimamente, en premascar lo interesante al espectador y a complicar lo que a nadie le importa. De ahí guiones interminables con diez mil giros argumentales y el tan ansiado final sorprendente o abierto que, en la mayoría de los casos, parece la excusa perfecta del guionista con pretensiones que, tan alucinado con sus propios giros narrativos y la supuesta complejidad de su historia, no sabe encontrarle una conclusión mínimamente coherente y, por la misma, satisfactoria.



Yo soy defensor de que las precuelas sean lo mas alejadas posibles de las películas exitosas sobre las que se basan. Aquí se aplica la filosofía contraria a la secuela, en la que se opta por la facilidad de la continuidad narrativa aportando elementos nuevos que completan el universo de la primera propuesta.

Más bien, veo las precuelas cómo otro mundo cinematográfico, en el que ya no importa completar nada, sino explicar el "cómo". Y eso, amigos míos, es muy complicado. Primero, porqué no creo yo que Ronald Shusett y Dan O'Bannon tuvieran en mente el origen de su universo visual y argumental, tal y cómo lo plasma Scott en "Prometheus". Más bien creo que "Alien, el octavo pasajero" era todo el universo que ellos habían imaginado para la película (si con imaginar la criatura, en aquella época, ya era trabajo de locos). Luego, la película (en éste caso se ve que la primera de una serie de dos o tres partes) debe encajar perfectamente en ritmo, tiempo y lógica narrativa con su modelo para que, vistas las películas en orden cronológico (que no en orden de estreno), todo encaje perfectamente, lo cual no deja mucho espacio narrativo con el que jugar. También hay que crear un universo conceptual que sea lo suficientemente alejado de la película original para despertar interés, pero lo suficientemente cercano para que, conforme se vaya desarrollando la trama,  su coherencia con lo visto en la obra original no resulte chocante o anacrónico (véase el estrepitoso desastre en éste aspecto en la trilogía precuela de Star Wars).

Creo sinceramente que Ridley Scott ha logrado con creces cumplir con la apuesta. "Prometheus" se plantea desde el principio cómo el comienzo de una saga, cuyo argumento sorprende y va mucho más allá de la trivialidad conceptual de sus anteriores propuestas que son las secuelas alejadas del título que nos ocupa. Aquí no se trata de asustar a la galería con bichos horribles cazando humanos uno por uno, y aunque agradeceré siempre la simplicidad del guión de "Alien", no dudo de que aquí el reto es mayor. Lo que aquí asusta es el porqué de la bestia, es descubrir de donde podríamos venir y porqué los dioses podrían odiarnos. Preguntas mayores a las cuales "Prometheus" contesta por enigmas y, cómo es lógico a la espera de las continuaciones, de forma incompleta.



Me gusta todo en ésta nueva incursión de Ridley Scott en la ciencia ficción. Me gusta la madurez con la que ordena los múltiples aspectos de un universo que dejó treinta años atrás, la coherencia y la solidez de su hilo argumental y la energía con la que carga la película a pesar de su deber de dar explicaciones al público. Me gusta que "Prometheus", más que placentera, sea interesante y plantee tantas preguntas cómo da respuestas. Me gustan esos actores que aportan caras nuevas pero ofrecen la misma solidez interpretativa y mantienen el mismo espíritu que los personajes de la película original. Me gusta esa sensación, a todo lo largo del visionado de ésta cinta, de coherencia, solidez y naturalidad. Las piezas encajan con facilidad, pero sin desvelar nada antes de tiempo a aquel extraño que se haya iniciado con "Prometheus" al "universo Alien". Me gusta que la película empiece y acabe cómo el primer capítulo de una saga, no cómo un spin-off, que es lo que muchas veces son las precuelas, apéndices de las "obras originales" (¿quien no se refiere a los episodios IV, V y VI de Star Wars cómo la "trilogía clásica" o la "trilogía original"?). 

Está claro que las comparaciones son inevitables, por mucho que alejes el mundo de una precuela al de su "obra original". Aún así, debo admitir que a los pocos minutos de empezar a ver "Prometheus", ya estaba en otro mundo, uno que desconocía por completo, en el que me invitan a descubrir, a la par de los protagonistas, los orígenes de la humanidad...y las respuestas no son las esperadas. Sólo fue llegando al final cuando empecé a reconocer elementos muy familiares. Así es cómo debería ser, y no ver cómo Anakyn Skywalker se convierte en Darth Vader en veinte minutos de película por dilemas adolescentes.



Prometheus no hizo gracia en su estreno...tampoco hizo gracia Blade Runner (del mismo Ridley Scott, de hecho) cuando se estrenó. Hoy Blade Runner es obra de culto para cualquier amante del cine que aprecie mínimamente la ciencia -ficción, en la misma línea que "2001" de Stanley Kubrik o "Alien" (también del mismo Ridley Scott, fíjate tú!). Tal vez esta película necesite verse dos o tres veces para enganchar, cómo "Blade Runner" o "2001". Películas complejas en su momento, adelantadas a su tiempo, con un ritmo y un argumento inesperado pero, a día de hoy, ¡tan resistentes al paso del tiempo!

Así debería de ser el cine, sorpresivo, arriesgado, imaginativo y rompedor. No en lo que se ha convertido a día de hoy: un espectáculo aburrido, previsible, conservador y repetitivo.


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