Es cierto que las expectativas generadas en cualquier presentación de Apple superan lo presentado. Por lo que, generalmente, la sensación inicial es de decepción ante lo enunciado por rumores que, a fuerza de repetirse, parecen confirmarse y se equiparan a certezas de forma engañosa. Todo eso ya se sabe y, salvo contadas excepciones, los comentarios negativos "post-keynote" son ya un ritual muy previsible.
Aun así, no consigo deshacerme de la extraña y aterradora sensación de que la presentación de ayer es el réquiem de una era ya finalizada. Una década apasionante en la historia de la tecnología que Apple ha dominado con creces a base de innovación, arte y, seamos justos, toma de riesgo abismal en contadas ocasiones. Steve Jobs ya no está...y se nota. No por la falta evidente de carisma de Tim Cook, que resulta mas ser el contable que el capitán del barco, tampoco por unos directivos parafraseando constantemente conceptos ya sobradamente desarrollados por Scott Forstall y un tan serio como pálido Steve Jobs (seguramente ya consciente de que seria su ultima aparición publica) en la WWDC de junio ; sinó por la sensación inequívoca de que este nuevo iPhone se ha hecho sin hambre y sin locura.
"Stay hungry. Stay foolish." Steve Jobs
No hay chispa. Ese es el problema. Lo que han presentado no deja de ser un Galaxy SII "made by Apple". Un producto que resultará obsoleto dentro de pocos meses, cuando la competencia se haya encargado de superarlo, o cuando el tímido pero escalofriante Windows 8 llegue al mercado. Da la sensación de que se ha hecho lo mínimo, convirtiendo a los genios de la manzana en eficientes pero desvinculados "funcionarios" (no me malinterpreteis, muchos funcionarios son muy profesionales) pendientes de la hora de fin de turno para salir del curro.
El caso es que el único en haber hecho los deberes es Scott Forstall con el impresionante asistente personal Siri que, mediante voz, permite comunicar con el dispositivo e interactuar con él. Realmente un avance importante en la forma de comunicar.
Esperemos que Apple salga de su depresión y siga maravillandonos. Y si no, habrá sido bonito mientras duró.
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