Lo que voy a decir en éstas líneas va a decepcionar a más de uno que tenga (o crea tener) buen gusto en materia de cine, pero es un hecho: adoro a Jackie Chan!
Cierto es que sus papeles no son memorables y, casi siempre, limitados al género cómico y/o de acción. Cierto es, igualmente, que ninguna de las películas en las que haya participado (y se haya involucrado con entereza y un buen par de narices) se verá seleccionada para el Oscar a mejor película algún día.
Pero ahí está la auténtica pregunta: ¿Cual de las películas, oscarizadas, supuestamente buenas y “de calidad” que hayais visto recientemente, supera REALMENTE cualquier producción del amigo Chan? ¿Que película, ya sea de gran presupuesto o mas intelectual que hayais podido ver últimamente, os ha producido mayor placer que el espectáculo impresionante de cascadas y situaciones francamente graciosas en el sentido mas “popular” del cine-espectáculo (su auténtica naturaleza) que ofrecen las películas de Jackie Chan?
Podrá faltarle a Chan muchas cosas en su carrera cinematográfica, dirán los mas “piji-winis”, pero lo que no le falta en absoluto es sinceridad. La sinceridad de un hombre que hace el cine para el que nació, para el que vale. La sinceridad de alguien que, a pesar de haber alcanzado la fama (con mérito y sin pisotear a nadie), no se ha dejado seducir por la tentación de “dar lecciones” o cambiar de registro “porqué cómo ya me han reconocido puedo hacer cualquier cosa”. NO. Jackie Chan, ya con mucho nombre, muchos años y millones, no ha cambiado en pantalla ni un poquito: sigue siendo ese amable chino sonriente que se mete en lios por ayudar al prójimo y prefiere evitar la paliza que iniciarla, que prefiere evitar un golpe a fanfarronear de sus (inegables) cualidades de atleta, que defiende que las artes marciales son técnicas de defensa y que quien las usa para atacar es necesariamente el malo, no el héroe. Y encima de tratar de temas y valores en los que ya nadie cree, el tío tiene el ingenuo (¿o ingenioso?) valor de defenderlos con humor, humildad, sonrisa, optimismo y cariño para el espectador. Pues yo digo, y sin exagerar lo más mínimo, que éste actor tan carismático y admirable, bien se podría comparar con el grandísimo Charles Chaplin: al fin y al cabo, ambos defienden lo mismo en su cine y, casi, de la misma manera. Esa es mi humilde opinión de cinéfilo y espectador cansado de ver la decadencia del cine de género, del cine espectáculo, en definitiva: del cine de verdad… y, sobre todo, de que nos tomen por tontos los que intentan inculcarnos que el cine es un arte (¡porqué lo decidieron ellos, vaya! que aquí nadie les ha pedido nada.). El cine nació cómo espectáculo y espectáculo debe ofrecer… si lo que vemos se convierte en arte, por favor, que sea por accidente.
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